sábado, 27 de septiembre de 2014

De los amigos virtuales III





Puede parecer absurdo, sin embargo,  también las redes tienen su punto psicológico. Esa medida introspectiva, reflexiva y hasta curativa que permite cierto desahogo. No se trata sino buscar ese equilibrio entre lo que se piensa y lo que se calla. 

-¿No es lo mismo?

¡No! A veces pensamos lo que callamos, y las tripas se nos revuelven porque, a saber los motivos, no podemos, no queremos, no nos atrevemos, no nos decidimos a expresar con libertad ese pensamiento. 

Otras callamos sin más. Sin pensar siquiera. Es como una conducta zombificada. Ocurre mucho en los idearios políticos. Nos hacemos tan afines a unas siglas/ideologías que se anulan nuestros auténticas voces interiores, esas que nos dicen: "No. No tiene razón. No tienes por qué aceptar lo que dice". Estamos tan absorbidos mentalmente por los planteamientos y posicionamientos que, aunque observemos un error, una falta, una mala jugada, la apoyamos sin más porque "es lo que exponen/hacen los que piensan como yo"

Se tira Pepito al pozo, y tú vas tras Pepito.

Así Facebook -sin perder el hilo- ofrece una mayor libertad al poder explayarte sin límites de letras, y aquello que quieres decir a muchos lo puedes hacer sin problemas (aunque después no te lea nadie. Es mera satisfacción poder hacerlo). Sin embargo, Twitter, te hace ser directo, nada de perderte en filosofar: te resta palabras, pero otorga precisión

Ayer un amigo comentaba sobre el aire tontuno que le entra a más de uno al leer alguna entrada donde, alguno de sus "afiliados", expresa un pesar. Aparece una mosca Tse-Tse (de esas que te aflojan y te dejan como un muermo), y das gracias a Facebook por ser tan interactivo y dejar que otros limen esas penas. Nosotros, con darle al dedito mágico del "ME GUSTA" un poco más tarde ya hemos cumplido. Eso me hizo pensar acerca de esta capacidad de ayuda que puede ofrecer las redes.

Mi amigo, finalmente, terminó por recapacitar aquello que ya expuse por aquí una vez en #Delosamigosvirtuales "No todos los que te agregaron o agregaste son amigos, en ocasiones tan sólo son eso... Agregados, afiliados".

La función de autoayuda de Facebook terminó apareciendo, finalmente, en comentarios donde animaban a este buen compañero a olvidarse del mal trago provocado, no ya sólo por aquello que le aturdía y decidió darlo a conocer en su muro, sino de la amarga cata al saborear las hieles del pasotismo de los supuestos amigos del espacio internet.

Una vez más, esto del ciberamiguismo ha dado de sí y ha logrado esta tercera secuela #Delosamigosvirtuales. ¿Habrá una cuarta entrega?