¿Y dice usted que tiene...? -le instó el médico.
- Es como... No sabría decirle... ¡Un cosquilleo! ¡Eso! ¡Un cosquilleo a la altura del estómago!
¿Le duele? -continuó el galeno.
- Mmmm... No.
¿Le molesta por lo menos? ¿Náuseas? ¿Vómitos?
- Lo cierto es que no. Bueno, a veces siento como un vacío en la misma zona.
Aparte de esos "cosquilleos" y ese "vacío", ¿qué más le ocasiona esa anomalía que me comenta? -preguntó el doctor con curiosidad.
- Pues mire... Palpitaciones, euforia, excitación...
Póngase aquí -le dijo al paciente, señalándole una máquina para hacer radiografías que aparentaba no ser muy moderna.
Vamos a ver qué tiene usted ahí, que me está dejando intrigado.
(Acercó su cara a la pantalla, deteniéndose a observar. Y con gesto adusto se dirigió al paciente).
Mire usted. Llevo muchos años en esto y no es la primera vez que veo casos así. Créame. No será fácil.
(El enfermo hizo una mueca que denotaba cierto temor).
- ¿Es grave?
¡Oh! ¡Ya lo creo, caballero! Lo que ahora son cosquilleos pasarán a ser dolores de cabeza, estados de ánimos alterados, síndrome confusional agudo, vigilia...
- Pero... ¡Si solo noto como mariposas en el estómago! ¿Qué padezco, doctor?
Amor, amigo mío. Amor. Y ya sabe usted que el amor no tiene cura.